sábado, 20 de abril de 2013

ARTÍCULO DE LA REVISTA LIBRE SOBRE EL ENCUENTRO CERCANO DEL TERCER TIPO OCURRIDO EN LAS INMEDIACIONES DE SANTA ANA (CORRIENTES - ARGENTINA) EN MARZO DE 1986 / PRIMERA PARTE

Documentos

Andrés Salvador [comp.]

 
Imágen del artículo y  de la  portada de la revista Libre Al fin, [ed. Perfil, Buenos Aires] Año 3, Nº 116, 1-4-86 sobre el caso ocurrido en Santa Ana en 1986. En la portada se lee: "Exclusivo - Habla el paisano que encontró a los extraterrestres  enanos y pelados que conmovieron a todo Corrientes".
 

El siguiente artículo sobre el encuentro cercano del tercer tipo del que fuera protagonista el Sr. Rito Melgarejo en las inmediaciones de la localidad de Santa Ana en la Provincia de Corrientes (República Argentina) el lunes 17 de marzo de 1986, fué publicado originalmente en la revista Libre Al Fin, [ed. Perfil, Buenos Aires] Año 3, Nº 116, 1-4-[19]86 pp. 52-55.

Sobre el caso, Ovnis en Corrientes ha publicado las siguientes entradas:

- Encuentro del tercer tipo en las inmediaciones de Santa Ana en Corrientes (Argentina) en marzo de 1986 - Domingo, 10 de junio de 2012.

- Análisis y conclusiones sobre un encuentro del tercer tipo en las inmediaciones de Santa Ana en Corrientes (Argentina) en marzo de 1986 - Domingo, 17 de junio de 2012.

- El encuentro cercano del tercer tipo ocurrido en Santa Ana (Corrientes - Argentina) 26 años después - Domingo, 16 de diciembre de 2012.

En una proxima entrada de OVNIS en Corrientes reproduciremos el artículo de Francisco Villagrán que acompañaba a esta nota y a la cual se hace en ella referencia.
 

[52]“Rito Melgarejo, un agricultor correntino, se enfrentó con dos enanos extraterrestres que bajaron en la noche de un plato volador

“ME PARECIERON FORASTEROS [53] Y AHI NOMAS PELE MI FACON”
 
"Me dio mucho miedo. Me empezó a doler la cabeza y no podía moverme porque tenía las piernas acalambradas. Un ratito después vino lo peor: se me aparecieron dos hombres bajitos, de la misma altura que mi hija Cristina, que tiene 7 años." 
[54]  Añamembuy, ¿quej`eso?, se preguntó al borde del espanto Rito Melgarejo, cuando el “pequeño aparato de color oscuro” se le venía encima. Pero el miedo no lo paralizó. “De ninguna manera, chamigo. Ahí nomás me tantié la cintura para ver si tenía algún arma, algo para defenderme”.
   La escena ocurrió el pasado 17 de marzo en Santa Ana de los Guácaras, paraje místico ubicado a 25 kilómetros de la capital de Corrientes. Rito Melgarejo, un humilde agricultor de 42 años de edad y semianalfabeto, regresaba en la madrugada de ese día a su hogar luego de haber pasado un buen rato con unos amigos en una casa cercana al Ingenio Primer Correntino, hoy abandonado, jugando a las cartas. A campo traviesa, el trayecto hasta su casa se reduce considerablemente. Para ello hay que cruzar las tierras fiscales de Colonia Zarpa y así se sale “derechito” a lo del doctor Herminio Toledo, quien es el propietario de las tierras donde los Melgarejo (Rito, su mujer María Magdalena Palomero y cuatro de sus cinco hijos) viven desde hace varios años.
   La caminata de don Rito (así le dicen) era a paso veloz. La lluvia estaba a un paso de caer y “con mucha agua el camino se vuelve intransitable”. Cuando faltaban menos de dos kilómetros para la llegada, Rito observó que a sus espaldas aparecía una gran luz de la que él tomó conocimiento por la gigantesca sombra que de su figura proyectaba en el suelo. En ese preciso momento escuchó un ruido parecido “al que hacen los patos cuando chapotean por el agua”.

Un aparato oscuro y un fuerte dolor de cabeza

   Rito inmediatamente se dio vuelta y vio “al aparato oscuro” que se le venía encima. “Me dio mucho miedo –confiesa a LIBRE–. Me empezó a doler la cabeza y no podía moverme porque tenía las piernas acalambradas. Un ratito después, vino lo peor: se me aparecieron dos hombres bajitos, de la misma altura de mi hija Cristina, que tiene 7 años”.
   Melgarejo, quien aseguró que no suele tomar bebidas alcohólicas, visitó con LIBRE el lugar donde –dice– vivió la experiencia. Experiencia que los expertos prefieren denominar encuentro cercano del tercer tipo. Donde habría aterrizado la nave (“el aparato oscuro”), es un terreno ubicado al borde de una laguna, en el que se destaca un gran círculo, de aproximadamente cien metros de diámetro. El lugar es bajo y cuando la laguna rebasa, se inunda la zona. Ese día, estaba bajo el agua. Pero unas horas más tarde, cuando integrantes del equipo investigador de Fabio Zerpa y de la Federación Argentina de Estudios Extraterrestres – que tomaron cartas en el asunto inmediatamente – visitaron el lugar, los pastos estaban secos, “producto del gran calor del aparato”, según explicaron.
   “Esos hombres bajitos –sigue Melgarejo– se separaron unos metros de la nave. Vestían trajes ajustados de color oscuro. Sin duda, parecían humanos, tenían pelo negro y cortado como colimbas”.
   A medida que avanza en el relato, don Rito se entusiasma, trata de recordar todos los detalles del encuentro y a veces cuesta entenderlo por su tendencia a mezclar el guaraní en su lenguaje. “Uno de esos hombres –continúa– me hizo señas para que me acercara y además movía su mano derecha así (don Rito hace círculos con su brazo en dirección al suelo). Después me dijo algo en un idioma que desconocía. Yo sólo atiné a decir que no sabía nada de nada”.

La nave que se perdió entre las estrellas

  A esa altura, Melgarejo había logrado sobreponerse del terror que lo paralizaba. Había recuperado el movimiento y, ni lerdo ni perezoso, emprendió la retirada. Pero, como la bíblica Sara, no pudo dejar de dar vuelta la cabeza. No se convirtió en una estatua de sal, pero vio cómo la nave se perdía entre las estrellas.
   Minutos después Melgarejo llegaba a su casa. Como era de esperarse, despertó a su esposa, “casi llorando y muy nervioso”, según comentó María Magdalena Palomero. “El susto que tenía era muy grande –recuerda la mujer–. Recién ahora está otra vez más o menos normal. Los calambres ya se le pasaron, pero no el dolor de cabeza que sigue siendo intenso”.
[55]   Rito Melgarejo apenas sabe leer y escribir y su nivel cultural no le permite –según el estudio que hizo el equipo de Fabio Zerpa– “conocer detalles de las constantes que se dan en los encuentros cercanos del tercer tipo. No puede transmitir ciertos hechos que escapan a su conocimiento”.
   Definido por su vecino Antonio Sosa, que lo conoce desde el día que nació, como “honesto y trabajador”, Rito Melgarejo siempre vivió en el mismo lugar. Es uno de los pocos vecinos que actualmente habita en Santa Ana de los Guácaras y pese a la invitación que le hiciera su hijo Francisco para irse a trabajar a Formosa como hachero, prefirió seguir cultivando batatas, mandiocas, pimientos y sandías, en donde los propietarios de la tierra le “pagan por zurco” labrado.
   Quienes charlaron con Melgarejo sobre el tema, han llegado a la siguiente conclusión: el estudio del nivel cultural de este hombre no permite que se pueda pensar siquiera en algo “elaborado”, ya que todo lo cuenta con la clásica espontaneidad y sinceridad que caracteriza a los hombres de campo que, según uno de los investigadores del fenómeno OVNI, “es muy difícil que mientan”.
   Lo cierto es que, desde aquel 17 de marzo, la paz pueblerina y la de los pocos habitantes que hoy quedan en Santa Ana de los Guácaras ha desaparecido. Desde entonces, los curiosos que se acercan al lugar forman legiones y todos tienen el mismo objetivo: visitar el lugar donde se posó la nave y entrevistar a don Rito Melgarejo. Hasta allí llegaron representantes de Fabio Zerpa y de la Federación Argentina de Estudios de Ciencias Extraterrestres (FAECE). También lo han hecho integrantes del Centro Cultural Juvenil de Corrientes, que no quisieron perderse detalles del episodio que sigue conmoviendo a la zona.
 
Del aparato oscuro -cuenta Rito Melgarejo- bajaron dos enanitos cabezones.Uno de ellos me hizo señas para que me acercara. Dijo, también, unas palabras en un idioma que no entendí. De todos modos, ahí nomás me tantié la cintura para ver si mi cuchillo estaba en su lugar. Les iba a ser difícil llevarme." 
   La escena es común en todos los casos. Muchas fotografías, despliegue de probetas para recoger muestras de la tierra, grabadores que toman las declaraciones de Melgarejo y promesas de volver por la zona, son las acciones que predominan alrededor de quien asegura haberse cruzado con una nave y un par de extraterrestres “petisos, cabezones y rapados como colimbas”. Sin duda, la proverbial hospitalidad y paciente disposición de los correntinos tienen en Melgarejo a uno de sus más auténticos exponentes. A nadie dice que no. No deja a ningún visitante sin respuesta.

Las huellas que no dejan dudas

   El que también tiene respuesta es Francisco Villagrán, miembro de la FAECE, corresponsal en Corrientes de la Organización Nacional de Investigación de Fenómenos Espaciales y periodista del diario El Litoral, de Corrientes. “Sin duda –dice Villagrán, quien aporta los detalles técnicos en el recuadro que se reproduce en esta misma nota–, algo bajó en la zona mencionada, porque las marcas en el terreno son un testimonio irrefutable que, si las comparamos con casos similares ocurridos en la zona, nos dan una constante en cuanto al parecido de las huellas. Sin ir más lejos, en diciembre de 1981, ocurrió también un descenso de similares características en la localidad de Manuel Derqui, distante a unos 45 kilómetros de Corrientes, dejando también el pasto quemado y el suelo totalmente cristalizado, vitrificado, por la alta temperatura a que fue expuesto. Las huellas en ambos casos son muy parecidas. Sólo difieren en la forma exterior, siendo las de Santa Ana de Guácaras un poco más grandes”.
   Villagrán sostiene que si el testigo (Rito Melgarejo) hubiera declarado todo lo que declaró y no hubiera un testimonio físico que corroborara sus conceptos, se podría llegar a pensar “que se está en presencia de una ilusión o algo parecido. Además, esto es muy importante, Melgarejo mostró siempre en sus relatos una seguridad asombrosa. No mentía, sin duda”. LIBRE

Alfredo Meli
(Corresponsal en Corrientes)
Fotos: Luis Héctor Romero.
” (Meli, 1986).

Nota: La referencia hecha en el artículo al Centro Cultural Juvenil de Corrientes del que formamos parte junto a Guillermo Horacio Oviedo, Pablo Vainstein y Sergio Varela recuerda nuestra primera intervención material en una investigación de campo.


Bibliografía

Meli, Alfredo 1986:
“Me parecieron forasteros y ahí nomás pelé mi facón”.
 en Libre Al Fin, [ed. Perfil, Buenos Aires] Año 3, Nº 116, 1-4-[19]86 pp. 52-55.