martes, 3 de diciembre de 2013

CRÓNICA DE UN AVISTAMIENTO EN LAS CERCANIAS DE LA CIUDAD DE CHAVARRIA - CORRIENTES

Ariel Ovando*


OVNI** - Crédito: Carlos Doblas
Las zonas rurales tienen la virtud de ser una especie de santuario, en donde se preservan las geometrías antaño sagradas de las constelaciones y planetas,  debido fundamentalmente a que allí no suele existir la contaminación lumínica de las zonas urbanas: al no ser entorpecida la visión por el resplandor de las diversas fuentes de luz eléctrica, conformando un halo sobre las zonas pobladas con cierta densidad, podemos entonces admirar el cielo sin que constelación alguna se escape a nuestra observación e incluso análisis, a no ser que las limitaciones sean las propias del ojo humano, o las de la cierta curiosidad limitada que lo encuentre tedioso, cuando no en vano. Es justamente esta inquietud la que nos hace perder el tiempo en la noches sin profusión de lo moderno, y nos convida con la sospechada movilidad de estrellas, o la confusión de astros qué, no siendo debidamente catalogados por la cultura propia del observador, son confundidos con orbes volantes. Esta introducción, que muchos de ustedes juzgarán como tediosa y banal resulta, sin embargo, digna de mención, pues no voy hablarle de otra cosa más que un OVNI, ajustándome a la exactitud de esas siglas. Mi relato tiene que ver con un objeto volador no identificado y no con una máquina de tecnologías exóticas haciendo una incursión sobre las zonas húmedas de la provincia de Corrientes. Al menos, no es esa mi intención, la de escribir un texto basado en la mera especulación, o al menos, no me propongo entretenerles aquí con la hipótesis gratuita y aventurada para agregarle espectacularidad al testimonio. Pido,  sin embargo, admitir ante Uds. mi perplejidad en la cuestión , y es que puedo decir sin temor a duda que aquella visión de hace un par de años, no tenía en absoluto que ver con alguna aberración óptica, ni tampoco con un fenómeno astronómico mal interpretado.
 
Vayamos al grano. La noche en cuestión abarca en realidad, dos fechas: empezó en los últimos minutos del domingo 25 de marzo del 2011, y dio fin antes de cumplirse la primer hora del día lunes. ¿El lugar? Cercanías de la ciudad de Chavarría, a unos 200 km. de la capital provincial, sobre la ruta provincial 123. Acá es donde me permito una última aclaración preliminar: la zona en cuestión es la del río Corriente, dotada de una importante casuística de avistamientos por parte de los aficionados a la pesca que, permaneciendo noches enteras a la vera del río, han tenido la oportunidad de observar los más variados fenómenos vinculados a sucesos aéreos de naturaleza desconocida; incluso, en esta serie de relatos, me propongo echar mano alguna vez de un par de experiencias relatadas por testigos presenciales, algunas que incluso podrían ser descritas como sobrecogedoras...
 
Mapa con el trazado de la ruta provincial 123 y la ubicación de
Chavarria (Departamento San Roque) y Felipe Yofré  (Departamento 
Mercedes) en la Provincia de Corrientes, localidades entre las
cuales se produjo la observación en su mayor parte.
 Crédito: weather-forecast.com
Estando a bordo de un micro de larga distancia, y circulando en dirección noroeste-sudeste (mi destino era la ciudad de Curuzú Cuatiá, al sur de la provincia), tuve oportunidad de observar, en los primeros kilómetros que transitábamos sobre la ruta en cuestión, un objeto luminoso que se desplazaba en el mismo sentido de circulación del micro, sobre la mano derecha de la ruta, y a una distancia que podría estimarse alrededor del kilómetro campo adentro, por lo cual me resulta imposible decirles si el singular fenómeno involucraba algún sonido en particular, o si debiese describir la ausencia del mismo como una característica peculiar del avistamiento. 

La forma del objeto era, por decirlo de un modo sencillo, la de un guisante: convexa sobre la sección superior y cóncavo en la zona que podríamos denominar ventral, y es notable como parecía emitir su propia luminiscencia, cosa que haría imposible especular acerca de que el objeto estaba siendo iluminado por una fuente externa de luz. Emitía una leve coloración verdosa, apenas adivinable sobre el color blanco que predominaba en aquella forma, aunque cabe decir que en algún momento de la observación, fue posible observar un leve tinte naranja sobre la zona que, de acuerdo a su sentido desplazamiento, podríamos llamar el frente del objeto. Estimo su tamaño en unos 7 metros de longitud y unos 3 de altura. En todo momento, la velocidad de aquello fue muy similar a la nuestra, alrededor de los 90 km/h,  llegando en algún momento a circular por unos 200 metros delante de nuestra línea de marcha, no sin antes recorrer muchos kilómetros a la par del colectivo para ubicarse en una posición aventajada respecto de nuestra ubicación en el camino. Se diría que volaba a no más de 20 metros del suelo, ya que muchas veces escapaba a nuestra visión, por las recurrentes arboledas de eucaliptus (la zona tiene una nada desdeñable industria maderera, traducible en varios aserraderos) que se interponían entre el objeto y nosotros. Cada vez que veíamos reaparecer el objeto detrás de la copa de los árboles (me refiero a otra pasajera de la planta baja, que intentó un par de veces fotografiar el fenómeno con su teléfono celular - intento por demás infructuoso-, uno de los choferes que llevaba las novedades a su colega al volante, y quien les habla) renovábamos nuestro asombro, y por más de un motivo, empezábamos a inferir que aquella observación no solo no tenía nada de casual, sino que podría decirse que de alguna manera nuestra participación en la misma sobrepasaba el papel de meros observadores.
 
Justo antes de atravesar el puente que sortea el curso del río Corriente, existe una pronunciada curva a la izquierda, por lo cual, una vez emprendido el viraje en esa dirección, todo indica que tendríamos que estar alejándonos de manera sensible de aquél fenómeno aéreo anómalo; pero una vez atravesado dicho puente, pudimos comprobar que la distancia del objeto respecto de nosotros se mantenía constante, lo cual no podía significar otra cosa que aquello se desplazaba paralelo a la ruta, siguiendo incluso sus sinuosidades, o de manera más sobrecogedora, podíamos especular que aquello estaba emprendiendo una auténtica persecución sobre nuestro vehículo. Recuerdo haber soltado un ampuloso ¡guau! en aquél momento, buscando despertar a algún que otro pasajero que presencie aquella particular visión, pero apenas pude notar como más de uno se acomodaba para seguir durmiendo, sin interesarse demasiado en los tres que estábamos reunidos cerca de la escalera del micro. La sucesión de visualizaciones e invisibilidades de aquél objeto pareció finalizar en las proximidades del pueblo de Felipe Yofre, unos 50 km. más adelante de donde había comenzado el avistamiento. Grande fue nuestra sorpresa cuando, una vez alejados del halo luminoso de la zona urbanizada, el objeto reaparece a nuestra derecha, aunque visiblemente más apartado de nosotros; su velocidad era similar, y todo indica que mientras atravesábamos Yofre, habría girado levemente a su derecha. El avistamiento solo continuaría por unos 5 minutos más (duración notable, sin embargo, menos extensa que la primera parte de la observación).
 
Mucho hemos especulado con amigos acerca de que pudo haber sido aquello. No es por nadie desconocido el hecho de que los contrabandistas (en particular los de cigarrillos) se valen de avionetas para incursionar en el territorio provincial, operando siempre desde pistas improvisadas en pleno campo. Estos vuelos clandestinos deberían realizarse en absoluto silencio de radio, para que sus transmisiones no puedan ser interceptadas por la policía de la provincia, o la misma Gendarmería, y no sería descabellado pensar que aviones que cuenten con una instrumentación de vuelo relativamente espartana, desprovistos de los usuales mapas aéreos, bien podrían usar la ruta 123 como referencia para seguir un determinado curso hasta el lugar establecido para el aterrizaje. Sin embargo, es difícil imaginarse una trayectoria de vuelo más visible y expuesta a ser interceptada, como volar paralelo a una ruta, máxime a una distancia tan corta como la descripta. Además, aquel aparato carecía de las luces de posicionamiento, propias de cualquier avión en un vuelo nocturno. Queda descartada desde el principio la presencia de un dirigible en la zona. Como bien les dije, lo mío no es más que un relato de un suceso del que no queda más que mi testimonio. No puedo pedir a nadie que crea a pies juntillas todo lo que aquí describo. Y como bien procuré aclarar desde el comienzo, aquello no era para mí más que un OVNI. Es decir, un objeto volador no identificado. Nunca más adecuadas semejantes siglas.
2 de Diciembre de 2013
 
* Corresponsal de OVNIS en Corrientes en Curuzú Cuatiá - Corrientes
** Imagen a título de ilustración